Se sumó la Justicia brasileña a la investigación por el femicidio conocido el 1 de septiembre en Bernardo de Irigoyen. Aunque en un inicio había un sospechoso detenido, la falta de pruebas y de material genético que lo incriminen en la causa motivaron a que fuera liberado y, a esta fecha, los responsables de ultimar a Deomira Conci, de 75 años, siguen prófugos.

 Se confirmó que la mujer residía en la localidad brasileña de San Miguel do Oeste, a casi 70 kilómetros de la ciudad misionera donde se la encontró. Las circunstancias en las que fue brutalmente atacada son todavía materia de investigación.

 A ese proceso de pesquisa se sumó la semana pasada la Policía brasileña. Por orden de esa fuerza, allanaron la vivienda de la víctima: allí encontraron y secuestraron el celular de Deomira y advirtieron la falta de su auto, una Ford EcoSport.

Salvo estas pistas, agentes policiales que ingresaron a la vivienda -acompañados de los hijos de la mujer-, no reconocieron rastros de que allí se haya cometido el asesinato. Tampoco faltaba dinero ni otros objetos personales de valor.

 Fuentes con conocimiento directo del caso señalaron que esto habría debilitado la hipótesis de que su muerte se cometió para encubrir un robo, sobre todo por la alevosía con la que fue atacada -tenía órganos expuestos y el tórax gravemente herido-.

 En ese sentido, para los pesquisas cobra fuerza la hipótesis de que el crimen ocurrió en territorio brasileño y que el agresor intentó "ocultarlo" descartando el cuerpo al otro lado de la frontera.

 A esta altura de la instrucción será clave reconstruir los últimos movimientos y mensajes que Conci envió o recibió, y para ello se está peritando el teléfono celular. Familiares reconocieron que la mujer era una usuaria frecuente de aplicaciones de citas, por lo que no se descarta la posibilidad de que el día de su desaparición -se presume que fue el 31 de agosto-  haya coordinado un encuentro con un desconocido.

 Mismos voceros adelantaron a este matutino que se solicitó el acceso a cámaras CIO 911 en los pasos fronterizos habilitados en la zona, para corroborar si el automóvil de la víctima ingresó a la provincia y transitó la ruta nacional 101, donde fue hallado el cuerpo.

 La autopsia confirmó una muerte violenta: golpes en el cráneo, moretones en ambos ojos y cortes profundos en el cuello. También se le reconocieron lesiones en los brazos, espalda y abdomen, pero las puñaladas en el pecho fueron mortales, todas compatibles con arma blanca.